A partir del siglo XVIII, los economistas clásicos se
replantearon la tarea, heredada de los griegos, de buscar aquello que determinaba
el valor de los bienes y partieron de lo que se denominó la Paradoja del Valor:
¿por qué el agua siendo un bien tan necesario tiene menos valor que los
diamantes? La respuesta se sitúa en algún punto entre la utilidad marginal y la
escasez relativa. En aquellos tiempos, el agua era considerada un bien libre en
vista de su abundancia, no había restricción alguna para calmar la sed o tomar
un buen baño más allá del punto de saciedad, en donde la utilidad marginal es
igual a cero. En contraste, los diamantes, sin utilidad aparente, poseen
ciertas características como la dureza, la conductividad térmica y un brillo
peculiar que le confieren un gran valor de cambio cuando la codicia se enfrenta
a su rareza.
Actualmente,
el agua ha dejado de ser el bien libre que era en el siglo XVIII, su precio se
ha ido incrementando en proporción directa a su escasez en vista de lo
indispensable que resulta para la vida. Y es tal, que si su agotamiento se
tornara extremo, seríamos capaces de entregar grandes riquezas por una sola
gota. A medida que el agua sea más escasa y por ende más costosa, empresas que son
extra-marginales, como las que desalinizan el agua de mar, pasarán a ser
rentables, incrementando las posibilidades de ampliar la oferta hídrica en el
futuro.
Fuente primaria.
Fuente primaria.
En este entorno de sequía pronunciada y
de inflación creciente que existe en Venezuela, el precio del botellón de 20 litros continúa su ascenso
en el 2016, registrando un incremento del 20% entre los meses de enero y marzo.
De esta manera, se observa que el precio de dicho bien mantiene la misma tendencia que mostró durante el año 2015.
Deyanira Díaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario