Río de la Plata

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miércoles, 1 de julio de 2020

Fragilidad

             

           

                    Estos meses nos han hecho sentir extraños, lejos de la cotidianidad y de los ambientes formales, donde desaparecieron nuestras certezas y nuestros proyectos. Es un espacio inverosímil, confinados en nuestras casas, viendo morir a tanta gente aislada de sus afectos en todo el mundo. Hoy se cuentan 517.977 personas fallecidas. Estamos ante una fuerte contracción económica mundial, que es aún más profunda en América Latina, donde se reporta una caida del PIB  del 7,2% (Perspectivas Económicas Globales del Banco Mundial, 2020). Cuando pensamos que las cosas no pueden empeorar, surgen acontecimientos que nos demuestran lo contrario. Somos frágiles, y nuestra única certeza es la muerte. La vida es un mar de incertidumbres.

               Ante este panorama de pérdida, sufrimiento y temor, se nos hace difícil alegrarnos por completo de que la naturaleza esté a salvo.  Y es que la naturaleza siempre ha estado a salvo a pesar de nosotros, es más fuerte que nosotros. Si bien tiene unos límites de tolerancia científicamente establecidos, cuando los superamos, encuentra sus caminos de recomposición: una inundación, un tornado, una larga sequía, un terremoto y hasta una mutación genética. Si sucedió en Krakatoa, puede suceder en cualquier lugar del mundo. Los que estamos en riesgo somos nosotros, expuestos a los impactos y calamidades de nuestras propias acciones. Cuánto nos cuesta asumir las consecuencias, cuánto nuestros errores. No es posible que el precio que haya que pagar por tener una naturaleza en armonía sea nuestra propia destrucción.

               El hombre debe estar plenamente consciente de que la naturaleza es el soporte de la vida, debe aprender a dominarla con sabiduría. Estamos llamados a buscar un equilibrio estable entre la sociedad, la economía y la naturaleza; es un equilibrio complejo que como sociedad global hemos estado construyendo durante los últimos 40 años. Pero la radicalización de esta postura, por parte de ciertos grupos, nos ha hecho mucho daño. Yo he dicho en varias ocasiones que el ambientalismo no es un asunto de políticas de izquierda. Los gobiernos de derecha están llamados a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, y como tal,  es deseable que continúen impulsando la investigación y el desarrollo de tecnologías sostenibles aplicadas tanto en la producción de bienes y servicios como en la producción de energía, factor limitante del desarrollo de las naciones.

                 Cuando vemos que tantas vidas se han perdido por causa de la pandemia, debemos pensar que otras tantas, de manera silenciosa, se han perdido por la contaminación y el desequilibrio que estamos generando. En brazos de la naciente sociedad industrial inglesa, Charles Dickens escribe un cuento titulado La vieja tienda de curiosidades (1841), donde asemeja dicha sociedad al infierno, por el "vómito negro" que emana sin cesar de las torres de ladrillos, que lo ensucian todo a su paso y forman "una densa nube negra" que lo oscurece todo. Cien años después, en 1940, se produjeron en Londres miles de muertes debido a la presencia de estas nieblas tóxicas derivadas de la combustión del carbón, cuyas emanaciones se mezclaron con anhídrido sulfuroso y óxidos de nitrógeno (Centro Panamericano de Ecología Humana y Salud, 2002). Un artículo publicado por la BBC en el año 2016, muestra que las 3 principales causas de muerte a nivel mundial son las cardiopatías, el cáncer y las enfermedades respiratorias. https://www.bbc.com/mundo/noticias-47469384, que son provocadas, entre otras cosas, por la contaminación, la mala alimentación y estilos de vida sedentarios. Mejorar nuestro ambiente, es mejorar nuestra propia vida, y lo hemos estado haciendo, es parte de nuestro proceso evolutivo: hemos acortado las distancias, la comunicación se ha diversificado y es cada vez más efectiva e inmediata, y los avances médicos han permitido incrementar la esperanza de vida del hombre más allá de los 70 años a nivel mundial, el nivel educativo se ha incrementado y se ha ido modificando con el tiempo para adaptarse a cada época. Hemos dado grandes pasos en la trasnsformación de nuestros parques inustriales, teniendo cada vez más conciencia de nuestras necesidades reales y las del ambiente que nos rodea, enfrentando a cada paso nuevos retos y exigencias. Como comunidad global, seguimos buscando ese equilibrio que nos permite estabilizar las condiciones de vida sin que ello implique un retroceso, sin que abandonemos la búqueda del bienestar. Hemos estado aprendiendo que este bienestar no depende sólo de las cosas materiales, estamos valorando más las relaciones afectivas, las relaciones con nuestro entorno y el impacto positivo que éstas tienen en nuestras vidas. Siempre he mantenido la esperanza de que encontraremos esa síntesis en el desarrollo tecnológico, en el mejoramiento de nuestras relaciones humanas y en nuestra relación con Dios. Los que creemos en Dios, tenemos la firme convicción de que está sobre todas las cosas, que su palabra es fuente de sabiduría y de vida abundante, y que seguir sus enseñanzas nos lleva por el camino correcto. Y en estos tiempos difíciles, esa fe nos ayuda a vivir con  alegría, porque donde aparecen nuestras incertidumbres, miedos y fragilidades, allí comienza el Gran Poder de Dios.

                 El hombre necesita a la naturaleza, la naturaleza no necesita al hombre. La naturaleza es un instrumento en sus manos, que usa para el bien o para el mal, pero no es capaz de controlarlo todo.  El COVID-19 se deriva de ella y no tenemos idea de cuánto tiempo se quedará. Los científicos están trabajando sin descanso para encontrar una solución, pero mientras el milagro sucede, mejoremos la forma en que nos relacionamos con los demás para hacer que los tiempos malos sean más llevaderos.

                  "Si el hombre bueno deja de hacer lo bueno y hace lo malo, morirá a causa de ello. Y si el malvado deja de hacer lo malo y hace lo bueno y lo justo, a causa de ello vivirá. Ustedes repiten: el Señor no está actuando con justicia. Pero yo juzgaré a cada uno de ustedes, israelitas, de acuerdo con sus acciones."
                                                                                                              Ezequiel, 33:18-20




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